Tirando Millas

Etapa 2: Chicago Parte 2  (06/11/2016)

El jetlag provocó que a las 6 de la mañana tuviésemos los ojos como platos. El desayuno empezaba a las 8… Así que tocaba hacer un poco de tiempo y ducha. El ukelele amenizó la espera mientras uno de los nuestros terminaba de ducharse y de recoger el premio guiness de la ducha más larga del siglo XXI.

El desayuno estaba formado por cereales con pasas y Donuts secos a los que se les podía añadir mantequilla o crema de cacahuete. Mientras algunos descubriamos el sabor de la crema de cacahuete, otros compraban zumo de naranja y plátanos para equilibrar el cuerpo.

Con las cámaras cargadas, la sudadera en la mochila y el “café to go” en la mano nos fuimos al centro para comenzar la visita turística.

La idea era visitar la Torre Willis, realizar un “free walking tour” de arquitectura local, pasear por el Navy Pier e improvisar, pero los planes se vieron afectados ya se estaba celebrando en el rascacielos que queríamos visitar la carrera anual de subida a pie por las escaleras de los 103 pisos.
Así pues, decidimos volver a hacer el mismo recorrido del día anterior pero de día, echar algunas fotos en sitios emblemáticos como el incio de la ruta 66 y comer algo antes del freetour.

Un batido de espinacas, proteínas con rúcula y césped para uno, y un bocata fastfood para los demás.

Aconsejamos encarecidamente los freetour, el precio lo pones tu y los guías suelen ser gente autóctona que aportan un toque cercano. En éste aprendimos cosas varias, como que Chicago es la ciudad del viento , que hay un pique con New York por ver quien levanta los mejores edificios y que un conjunto de hierros puede ser un “Flamingo” a ojos de los arquitectos, pero no de los nuestros. Opinad vosotros:

Tras pasar por tercera vez por el Millenium Park, nos despedimos de nuestra simpática guía y pusimos rumbo al Navy Pier para caminar tranquilamente por su zona marítima, visitar la Noria y hacer unas cuantas fotos al increible atardecer.

Debido a que no pudimos visitar la Torre Willis esa mañana, decidimos visitar el cuarto edificio más alto de Chicago: La Torre Hancock.

Se trató de una visita nocturna con cerveza en mano a la luz de la luna mientras los aviones sobrevolaban el cielo bañado por las luces sin horizonte aparente. Risas en la cima del mundo.

Volvimos al barrio para ver un partido de la NFL en un SportBar llamado Wicker Bar Tavern mientras disfrutábamos de unas buenas Hamburguesas y cerveza Ipa. Alguno tuvo que mezclarla con Mostaza, y no precisamente la hamburguesa.

Finalmente, el cansancio volvió a sacudir nuestros cuerpos, y varios de nosotros nos fuimos a dormir, y otros dos nos quedamos para conocer los bares de la zona.

El concierto de rock que estaban haciendo en el Subte (Subterranean) no nos convencia, y el portero nos aconsejó otro bar de música en directo en el Revel Room.

Sencillamente, descubrimos oro. La cerveza barata y una sesión jazz improvisado bañaba el ambiente. Nos sentamos en la barra a mirar a los músicos, y poco a poco se iba llenando la sala con más y más músicos. Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos literalmente rodeados por 3 saxofonistas, 3 trompetistas, trombón, guitarra, bajo, 2 baterías (tocando a veces a la vez) y 2 cantantes que se arrancaban a improvisar con su voz. Una locura. 

Debido a que era domingo, el disfrute acabo pronto, era el momento de volver a casa.

Al llegar, estaba la habitación a unos 40 grados de temperatura debido a algún problema con el aire acondicionado. Vaya sauna de osos… la recepcionista dijo que tardarían 30 minutos en poder bajar la temperatura…Pero estábamos tan cansados que todo daba igual.

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