Comenzaba la penúltima etapa, una de las más largas en distancia. Debido a ello y al cansancio q iba haciendo mella, se decidió eliminar la parada intermedia que había planificada, con el fin de llegar a Gerona a una hora decente para hacer el check in, y poder dar una vuelta y terracear con calma.
El día comenzaba con un rápido desayuno en un bar al lado del hotel. Cafés y croissants para todos, que para algo estamos en Francia.
Nos ponemos en carretera, pero empezamos a detectar cómo aumenta la densidad del tráfico y el tiempo de llegada al destino. La información que nos brinda Google Maps sobre el estado del tráfico es preocupante, por lo que se decide tomar desvíos por carreteras secundarias para evitar el atasco. Carreteras full cabra en medio de la nada nos sirven para esquivar este punto conflictivo, pero una vez reincorporados a la ruta habitual nos congratulamos de la decisión tomada. Gran gestión del copiloto.
Sin más contratiempos se hace la hora de comer, por lo que tras una breve búsqueda de algún area de servicio que no nos desvíe mucho de la carretera, aparece un Burger King en la localidad de Arlés. Suficiente para nuestras necesidades. Lo más destacable de esta comida, fue comprobar que el país vecino ha sido capaz de elaborar un helado con la mejor chocolatina que existe. ¡Éxito asegurado!
Al salir del Burger observamos frente a nosotros, un establecimiento para algo que ya se estaba demorando demasiado. Por fin podríamos darle un agua al sexto integrante del viaje! Y además podemos darle de comer! Que parada tan productiva estaba resultando.
El dispensador de gasolina es algo extraño, pero relativamente barato para lo que estábamos acostumbrados, por lo que comenzamos el repostaje, cuando alguien alarmado descubre el elevado nivel de etanol. Rápidamente se detiene la carga de gasolina, terminando de llenar con otra más acorde a las necesidades del alemán, mientras se reza para que este despiste no tenga consecuencias (*).
Tras algún improperio, y para pasar el mar rato, el conductor del vehículo comienza el lavado del coche. ¿¿Pero qué es esto?? Una cantidad ínfima de agua brota de la manguera, pudiendo incluso asegurar que salió más agua de su sudorosa frente que de dicha manguera.
Para no herir sensibilidades no reproduciremos los improperios que se pudieron oír tras el “éxito” de esta parada de repostaje.
Sin más dilación continuamos con la etapa, que pasa por la localidad francesa de Nimes, famosa por su gran anfiteatro, en el cual Metallica firmó un gran concierto. Un muy buen momento para escuchar dicho concierto.
Pasadas algunas canciones el conductor nos alerta, que a pesar el grupo le gusta, se está durmiendo y necesita algo más movido. Rápidamente, en un hábil movimiento del copiloto, encuentra canciones de un célebre cantautor argentino, que sube instantáneamente la moral del grupo. Una curiosa versión de la canción “Go west” de Pet Shop Boys, interpretada a pleno pulmón por los integrantes del vehículo termina por animar a la comitiva.
Las siguientes horas pasaron sin ninguna novedad al volante hasta llegar a un área de servicio q contaba con un espacio para practicar la auto siesta. A pesar de lo llamativo que resultaba, únicamente se aprovechó la parada para tomar unos helados o refrigerios.
Pocos minutos después teníamos frente a nosotros la frontera de España, que fue ampliamente vitoreada y jaleada a nuestro paso.
Una vez llegados a Gerona, el siguiente paso era encontrar un parking, a ser posible, que no colaborará demasiado al prusés. Una vez depositado ahí nuestro vehículo, un breve paseo nos lleva hasta nuestro apartamento.
La sorpresa llegó al tener que subir todas las maletas hasta el último piso, a través de una escalera de caracol, ya que no había ascensor. Después de este sofocón inicial, pudimos ver con alegría que el apartamento que habíamos alquilado para esa noche era un gran acierto. Tras un breve descanso que aprovechamos para ponernos al día de la actualidad de nuestro país, bajamos a por una más que merecida cerveza en la terraza frente a nuestro alojamiento.
Una vez hidratados, llegó el momento de hacer turismo por la ciudad, con especial mención a la catedral, lugar al que le dedicamos la mayor parte de tiempo y fotografías.
Tras haber visto la ciudad llegó el momento de reponer fuerzas, por lo que buscamos un lugar para cenar. Unas simples raciones, pero que supieron a gloria, ya que después de tanto días de viaje, ya se extrañaba esta comida. A pesar de estar en uno de los bastiones del prusés, llegamos al consenso que, por más que se empeñen, esa cena era netamente española. Dejamos a la interpretación del lector que decida si estamos en lo cierto o no.
Era nuestra última noche de Road Trip, por lo que decidimos tomar una copa y ver el ambiente de la ciudad. Tras un breve paseo encontramos una terraza con sillas que más bien parecían tumbonas. Habíamos encontrado el lugar ideal.
Como estas copas supieron a poco, una comitiva se propuso la difícil misión (debido a las horas) de encontrar unas latas de cervezas para tomar en la terraza de casa. Como todo buen reto, se logró y pudimos degustar las últimas cervezas mientras observamos a la ciudad de noche.
Una vez se acabaron las cervezas, llegó el momento de ir a dormir. Algunos integrantes lo lograron con facilidad, mientras que otros, con más dificultad debido a las motosierras nocturnas, no dudaron en tomarse la justicia por su mano, y golpear varias camas para conseguir su propósito.
(*) Debido a la criticidad de la situación, y para no asustar más de la cuenta a nuestros miles de lectores, resolveremos la intriga. No hubo ningún problema