Tirando Millas

Parte 10: Zagreb – Bled (Lunes, 31/07/2017)

Nos levantamos más pronto que tarde, pues teníamos por delante 200km para llegar a Bled. Pero antes había que desayunar, como con el alojamiento nos entraba el desayuno en el restaurante de al lado, fuimos para allá.

Antes de dejar Zagreb, decidimos dar una vuelta por las zonas del centro que nos faltaban por ver, como la catedral, el mercado, la plaza de Ban Jelačić, el parque Zrinjevac y el parque Ribnjak.
Con los deberes hechos pusimos rumbo a Bled.

Al cruzar la frontera lo primero que tuvimos que hacer fue comprar la viñeta para poder circular por las autopistas del país. Aunque solo íbamos a estar en el país unas 24 horas, tuvimos que comprar por unos 15 euros la de 7 días, porque es la duración mínima.

Llegamos a Bled cerca de la 1 de la tarde, con algo de atasco al entrar en la población, que aunque es pequeña, es un lugar popular en verano y había mucha gente.

En el hotel nos dijeron que teníamos que esperar porque las habitaciones todavía no estaban listas. Mientras esperábamos en la recepción llegaron más huéspedes y a ellos si les dieron la habitación. Al volver a preguntar por las nuestras nos dijeron que ya estaban. No entendíamos como estando a 1 metro del mostrador del recepcionista no nos había dicho nada. Mal empezábamos.

Las vistas desde la habitación no estaban nada mal…

Mientras comíamos estudiamos el mapa con las posibilidades que ofrecía el lugar. Decidimos dejar la subida al Castillo de Bled para el final si es que nos daba tiempo (no nos dio), ya que la prioridad era dar la vuelta al lago y subir al mirador de Ojstrica, que era el mejores vistas ofrecía debido a su altitud.

Comenzamos la ruta y dado que el calor apretaba, íbamos parando cuando nos parecía para darnos un baño. Otra de las paradas fue en el centro de entrenamiento de regatas que hay en uno de los extremos del lago.

Desde ahí comenzamos la subida al mirador. La ruta nos es muy larga pero entre el calor y la subida constante y pronunciada, nos hizo llegar reventados hasta arriba del todo. Aun así la subida merece mucho la pena.

Allí nos encontramos con unas chicas portuguesas que hablaban español, y nos ayudaron a hacernos unas fotos para inmortalizar la estampa.

Al bajar del mirador y darnos un baño en el lago decidimos hacer una merecida parada en un bar al pie del agua donde disfrutamos de unas cervezas Laško con el atardecer de fondo.

Ya de noche llegamos al hotel y mientras nos duchábamos para ir a cenar, sufrimos una invasión de mosquitos en las habitaciones. Tras varios intentos inútiles de aniquilación con fuerza bruta, decidimos usar el cerebro y apagando las luces de la habitación y dejando el balcón abierto, nos deshicimos del problema.

Para cenar elegimos ir a un restaurante, donde nos sorprendieron con el tamaño descomunal de las pizzas y hamburguesas que pedimos, todo regado con unas buenas jarras de cerveza Union.

Con el estómago demasiado lleno, dimos una vuelta para ver el nulo ambiente nocturno del lugar y a la cama.

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