Comenzaba el día pronto, ya que en el itinerario del día se vislumbraba una excursión con una larga caminata.
Bajamos al pequeño comedor del que estaba provisto nuestro alojamiento, donde ya nos esperaba el viyuelas con la mejor de sus sonrisas para recompensarnos con el desayuno prometido.
Saludos afectuosos y más reverencias antes de acomodarnos en la mesa que había reservado para nosotros. Todo muy correcto hasta que uno de los miembros de la expedición descubrió que estaba perfectamente sentado sobre un pozo, del cual no se veía el fondo a través del cristal con el que estaba tapado. Su preocupación fue en aumento, al pensar que esa obra era muy probable que la hubiera realizado el viyuelas.
La espera por el desayuno fue bastante larga, unos 45 minutos, debido a que nuestro anfitrión se tomó muchísimas molestias en preparar el mejor desayuno de su vida. Una vez llegó, comprobamos que la espera había merecido la pena. Un desayuno compuesto por tortilla con beicon y salchicha, pero con una pinta sensacional.
Tras dar buena cuenta del desayuno, emprendimos la marcha después de una afectuosa despedida del viyuelas. Se había ganado nuestro perdón, e incluso una buena reseña en booking.
Antes de ponernos en camino hacía el Parque nacional de los Lagos de Plitvice, y para optimizar tiempos, decidimos separarnos en 3 comandos. El primero sería el encargado de ir a por el coche y acercarlo lo más posible hasta el albergue (concretamente hasta la Puerta de Terraferma que es donde comenzaba la zona peatonal de la ciudad), donde el segundo comando le esperaría cuidando del equipaje, para cargarlo dentro del sexto integrante. El tercero tenía la labor de comprar alimentos para la hora de la comida, ya que dudábamos de poder encontrar algo en el parque. La cara de la tendera cuando le pedimos una cantidad ingente de pizza a las 9 AM no tenía precio, y tras cerciorarse que había entendido bien el pedido, comenzó a llenar bolsas con pizzas.
El camino hacía el parque de Plitvice no tuvo mayor novedad, y llegamos bastante temprano, debido a que no le separa más de hora y media de la ciudad del señor Viyuelas.
Comenzamos la visita realizando la ruta por los lagos superiores, ya que era la zona más recomendada, y por tanto ante el desconocimiento de cuánto tiempo nos podría suponer fue la opción elegida. Tras una breve espera por el autobús que nos llevaría al inicio de la ruta, llegamos a nuestro punto de partida. Realmente, los paisajes eran espectaculares, y cada lago o cascada que veíamos merecían una parada a contemplarlo y retratarlo.
Mediado el recorrido empezó a apretar el hambre, por lo que recurrimos a las pizzas compradas en Zadar. Todo un acierto, ya que hasta el momento no habíamos visto ningún puesto de comida, y a pesar de llevar horas dentro de la mochila el sabor era espectacular, quizás ayudado por el hambre tras horas de caminata. Con la ayuda de un compositor de renombre argentino, llegamos a la conclusión que la pizza que habíamos adquirido era del tipo “gomozza”
Una vez cargadas fuerzas, terminamos la Ruta Superior. Esta ruta termina a la orilla de un lago, en el cual esperaba un ferry para llevarnos a la ruta en la que se encontraban los lagos inferiores. Debido a que era una hora aún temprana, y que utilizamos la picaresca española para acceder al primero de los ferris que partía cada media hora, decidimos animarnos con la segunda ruta del día, esta vez por los lagos inferiores.
Pero algo nos decidió a retrasar un poco esta caminata. Al cruzar el lago y bajar del barco, ¿qué ven nuestros ojos? Un enorme puesto de comida está dispensando una cerveza, que tras horas de caminata y calor, se muestra como un manjar de los dioses.
Esta parada es amenizada por una banda que realiza bailes y cánticos típicos de la zona (suponemos…). Ante nuestro asombro, en ese momento, y saliendo de una de nuestras mochilas, hace acto de presencia una bolsa de manzanas adquirida en Pompeya. Ha llegado el momento de darle una digna despedida a las manzanas que nos ha acompañado en 5 países.
Con pena aún en el cuerpo por la despedida remprendemos la marcha por los lagos inferiores. El paisaje sigue siendo espectacular, y las cascadas aunque menores en número, son más grandes que las superiores.
Tras otro largo paseo terminamos dicha ruta, por lo que algunos deciden volver al parking en autobús, mientras que otro grupo desafía al cansancio y realiza ese camino andando.
Una vez nos reunimos todos en el coche, continuamos con la marcha hacía el destino final de la etapa, Zagreb. Pero poco duró este recorrido, ya que a los pocos minutos empezó a apretar el hambre, por lo que nos detuvimos a pocos kilómetros, para comenzar el segundo y último round de humanos vs gomozzas. Como es habitual, ganamos, a pesar de la ingente cantidad de comida comprada.
Tras este alto en el camino, entonces sí, llegamos a Zagreb. Nuestra sorpresa llegó al aparcar nuestro acompañante alemán, frente a nuestro alojamiento, el Kaptol Hostel. Estábamos alojados frente a la catedral de la capital del país. Además el alojamiento tenía una pinta excelente, y era “el más barato de Europa”. Tras las malas experiencias de las 2 noches anteriores, todos desconfiábamos y buscábamos el gato encerrado. De haberlo habido, no llegamos a encontrarlo, así que con gran satisfacción salimos a cenar.
Después de las pizzas merendadas escasas horas antes el hambre no era demasiado, por lo que paramos en un modesto local de fast food. Lo más destacable de esta cena no fue la calidad, sino el camarero que guardaba un gran parecido con Cañita Brava. Entre sus actuaciones más destacadas, cabe reseñar el flirteo continuo con unas señoras de avanzada edad, o una forma curiosa de servir el agua, que terminó derramando por el suelo en repetidas ocasiones.
Tras esta parada, decidimos hacer un poco de turismo nocturno comenzando por la plaza Ban Jelacic, plaza principal de la ciudad, continuando por la puerta de piedra, donde a pesar de las horas, y ante nuestro asombro, había gente rezando, para terminar en la iglesia de San Marcos.
Tanto turismo nos había dejado exhaustos, por lo que buscamos algún bar para tomar unas cervezas antes de ir a dormir. No fue difícil, ya que pese a ser domingo, la ciudad presentaba un aspecto bastante animado. Elegimos una terraza con bastante ambiente, en la que nada más que nos sentamos, comenzó a sonar una sucesión de canciones de Luis Fonsi, Enrique Iglesias y similares.
Frente a nosotros vimos una figura que parecía ser la de María Auxiliadora, lo cual fue recibido con gran alegría, debido a que la mayor parte de los integrantes de la expedición habían pasado su infancia en un colegio en el cual era la patrona.
Mientras se discutía la veracidad de la figura, bajo ella, a escasos metros, comenzó un espectáculo dantesco. Un tipo, seguramente con intenciones de impresionar a las muchachitas de su terraza, comenzó a hacer flexiones. El drama para él fue que, parece que los únicos que le prestaron un mínimo de atención fuimos nosotros.
En estas estábamos cuando un grupo de scout girls hizo acto de presencia en el bar en el cual nos encontrábamos, animando bastante más la fiesta, en especial sus monitoras. Por suerte para nuestros oídos, y haciendo gala de la misma capacidad de captar clientes que cuando llegamos nosotros, de repente empezó a sonar música en francés.
Debido al buen ambiente, tomamos alguna cerveza más de las que en principio teníamos en mente, pero aun así, nos recogimos a una hora bastante prudente, ya que el día había sido largo, y al día siguiente esperaba otra larga caminata.