Tirando Millas

Parte 8: Split – Zadar (Sábado, 29/07/2017)

Despertamos en nuestra habitación con un momento de incertidumbre ya que se estaba colando por debajo de la puerta un hilillo de agua. ¿Pero qué ha pasado? Pues fácil. El aire acondicionado estaba goteando y el suelo de la recepción, que se encontraba en frente de nuestra “lujosa” habitación, estaba encharcado. Otro punto a restar a nuestra estancia en ese tugurio.
Los reactions eran inevitables debido a lo ocurrido el día anterior y, tras el aseo correspondiente mientras nos cruzábamos con otra gente por las zonas comunes, fuimos a de desayunar en dos tandas mientras dábamos una vuelta por la ciudad. Básicamente cafés para llevar, croissants e incluso alguno optó por porción de pizza. Y agua, mucha agua.
Dado que teníamos tiempo aún, lo invertimos en dar una vuelta por Split, por lo que tomamos rumbo hacia el Palacio de Diocleciano. Dicho palacio, o más bien fortaleza, se mandó construir por el susodicho emperador romano para pasar sus últimos días después de abdicar. Aprovechamos además para dar una vuelta por la zona, en el que además se encuentra la Catedral de Split.

Era el momento de tomar rumbo a Zadar, pero la idea era un bañito en la playa a medio camino y, ya de paso, comer. Encontramos un lugar llamado Srima y, entre que buscábamos un sitio donde aplastarnos, llegamos a una pequeña playa en la que disfrutamos de un baño con unas piedras horribles y una temperatura de agua excesivamente calurosa. Pero bueno, algo es algo.

Tras el baño aprovechamos para darnos un nuevo atracón de Ćevapi en el Beach Bar Paja, que estaba justo al lado de nuestra zona de baño y cuyos regentes parecían nadadores de élite.

Con el estómago saciado a base de pituelos y tras observar que en el cambio de turno nuestra camarera aprovechaba para ir a la playa, era el momento de poner rumbo a Zadar con el objetivo era llegar con tiempo para deleitarnos con otro baño.

Tras unos cuantos kilómetros más y ya en nuestro nuevo destino del país croata, tocaba la aventura de un nuevo check-in, esta vez en el Accomodation Gina, así que dejamos el coche de forma provisional en un parking al lado de las murallas de la ciudad. Mientras recogíamos las maletas, un pequeño percance con uno de los obsequios adquirido en Kotor, hizo que esa taza se convirtiera en un puzle tridimensional.

Entramos en la ciudad amurallada en busca de nuestro alojamiento y nos encontramos con una nueva sorpresa en nuestro alojamiento. Nos recibió lo que parecía un afable señor para enseñarnos nuestra habitación. Problemas. Una cama grande y dos pequeñas para cinco humanos adultos. A todas luces era demasiado escaso, pero nuestro anfitrión aludía a que cinco personas caben ahí, pero su una de las personas es un bebé. Intentando corregir la situación nos dijo que estaba todo lleno. Todo ello en un escaso inglés e italiano, que era lo que conocía el buen hombre. Tocaba improvisar. Mover un poco los muebles y camas, unas mantas al suelo y alguien dormiría ahí. La verdad, que el resultado fue bastante más satisfactorio de lo esperado. Aun así, el sorteo de lechos, esta vez, sería bastante tenso.

Una vez hecho el sorteo, y antes de continuar con la agenda del día, nuestro amable anfitrión subió a interesarse por nuestra situación, ya que era evidente que no habíamos quedado conformes con la habitación adjudicada. Tras enseñarle la solución improvisada, una exclamación de satisfacción salió de su boca ¡¡SUPER!! y acudió a un trastero, para tirar más mantas sobre la improvisada cama

Tocaba desconectar, así que pillamos bañadores y cambiamos el coche de aparcamiento. Nuestro siguiente destino era la “playa”. Playa de concreto, pero el hormigón no nos importaba, así que nos dimos unos baños, jugamos con una pelota y un frisbi mientras observábamos el anochecer con el mar en el horizonte.

Caminamos en dirección a nuestro apartamento por parques y calles de Zadar imaginándonos al pequeño Luka jugando al fútbol por allí. Esta vez el objetivo era hacer una pequeña parada para asearnos y salir a cenar.

Tras barajar varios sitios vimos finalmente uno, el Providenca, que se encontraba cerca de nuestro alojamiento, en el cual cenamos unas pizzas y unas brochetas.
La cena la aprovechamos para darle vueltas a lo que había pasado y, después de revisar las reservas, hubo que dar parte a los de booking. Por lo visto, había habido un error por parte del hombre que nos había recibido y mientras unos acababan con la cena, otros fueron a revertir la situación.

Un chaval más joven que sí hablaba inglés, nos recibió y nos comentó que el otro individuo se había equivocado y que, evidentemente, estaba todo ocupado pero que nos correspondían dos apartamentos y no sólo el que se nos había dado. Eso ya era otra cosa. Y más, después de lo de Split la noche anterior.

Mientras esta explicación tenía lugar, apareció en escena nuestro anciano anfitrión. Se le notaba muy avergonzando mientras pedía disculpas en numerosas ocasiones, haciéndonos incluso reverencias. Tras observar sus infructuosos intentos por hablar algún idioma entendible por nosotros, comprendimos que además de ser bastante despistado, apenas se había enterado de nada de las conversaciones que habíamos tenido con él. Llegado a ese punto estaba bastante claro… ¡¡era él!! Teníamos frente a nosotros al mismísimo… “Viyuelas”

Tras la cena y la solución a nuestras más cercanas preocupaciones, tocaba dar una vuelta por el casco histórico de la ciudad. Recorrimos la línea de costa hacia el Órgano de Mar, que se trata de una serie de tubos que emiten sonidos cuando entra por ellos el mar Adriático. Justo al lado se encuentra el Saludo al Sol, un círculo de vidrio en el suelo que además por la noche está iluminado.

Después nos adentramos en las calles de la zona amurallada de la ciudad y pudimos contemplar la Iglesia de San Donato y la Catedral de Zadar, que se encuentran junto a las ruinas de un foro Romano.

Posteriormente buscamos una zona para tomar algo y ver el jaleo nocturno de Zadar, pero decidimos finalmente que, aunque estaba en los planes, no era el día y que tomaríamos una cerveza en el bar que estaba debajo de donde nos alojábamos, ya que había poco, pero buen ambiente. Además, por el percance que habíamos tenido, a la cerveza invitó la casa ya que ese local también era regentado por “el viyuelas”. Además se nos prometió desayuno gratis a la mañana siguiente.

Dimos por finalizado el día con el alivio de que se solucionara el error del check-in. Aunque la nueva habitación que daba a la calle del garito era bastante ruidosa debido a la cantidad de gente que había en las calles. Y es que para otros no había acabado la noche.

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