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Operación Northern Lights – Parte 2.2 Aurora Hunt (03/03/2017)

Era uno de los momentos más esperados del viaje: Aurora Hunt.

Veníamos con tiempo y llegamos a la hora prevista, pero todos los integrantes del tour ajenos a nuestro grupo ya estaban esperando. El conductor, el guía y nuestros compañeros viajeros ya se encontraban en la furgoneta de la ventana trampa. En esta ocasión íbamos a cambiar a nuestro conductor argentino por un conductor de origen árabe, y al guía sudafricano por uno francés.

Nuestro nuevo amigo francés, era un apasionado de la palabra activity para definir la actividad de las auroras, y nos cautivó su entusiasmo. Nos dijo que esa última semana las auroras se estaban viendo a horas muy tempranas y por ello íbamos a iniciar nuestra ruta lo antes posible hacia zonas más nórdicas sin ningún tipo de luz artificial. Vamos, que merecía mucho la pena. En cuanto al magnífico conductor de Fórmula 1, al final lo acabaríamos conociendo como Noureddine.

Ya de camino a nuestra “caza”, se hizo una parada para que una viajera acudiera al baño. Ese momento parecía ideal, así que aprovechamos varios de los presentes para ir también a hacer nuestras necesidades. De repente, apareció nuestro guía, impaciente, pidiendo que sólo entraran las mujeres, que el resto ya evacuaríamos en otro momento. Argumentó que there is some activity y de un momento a otro iban a empezar las auroras. Por supuesto, no quería que perdiésemos detalle. El entusiasmo del grupo iba en aumento tras esas declaraciones, por lo que regresamos al autobús con premura.

Comenzó entonces un viaje de alrededor hora y media de duración. Tiempo en el que, después de un extraño silencio inicial, decidimos que la mejor manera de hacer el trayecto lo más llevadero posible era contar, o bien historias sobre viajes previos, siendo actor principal el guía de la Cueva de los Verdes en Lanzarote, o bien chistes. Estos últimos no fueron muy bien acogidos por los otros viajeros hispanohablantes del tour. O al menos eso dejaban entrever sus expresiones. Resultaba bastante extraño, porque se contaron clásicos atemporales: Don Pimpón, la ranita, el Gran Terili, el del menú de 3 platos e incluso algunos inventados, que hacían referencia a la película Los Lunes al Sol o incluían a Iturraspe, Nuria Bermúdez y Mike Tyson en un mismo chiste.

En los últimos minutos antes de llegar a nuestro destino, atendimos a las explicaciones de nuestro guía sobre los ajustes que tendríamos que hacer en nuestras cámaras para sacar unas buenas fotos de las auroras boreales. Incluso recomendó alguna que otra aplicación para el móvil. También aprovechamos para coger y enfundarnos nuestros trajes térmicos y decidir el calzado que íbamos a utilizar: nuestras propias botas u otras térmicas de la compañía.

Vimos como nuestro conductor detenía el vehículo, el guía nos indicaba que habíamos llegado y que había some activity. Por tanto, raudos, a la par que entusiasmados, salimos al aire libre, donde el artic nos recibía con un frío que pelaba. Nos encontrábamos en algún lugar de Noruega, aparentemente cercano a Skarsfjord.

Después de terminar de equiparnos por completo y con unas cuantas esterillas para sentarnos, caminamos hacia una playa de rocas donde, si la excursión era exitosa, veríamos el tremendo espectáculo que se nos venía prometiendo. Y en un inicio, así fue, ya que vimos auroras durante unos minutos. Tiempo en el que intentamos hacer las mejores fotos posibles, aunque no con el éxito esperado.

Desgraciadamente el cielo comenzó a nublarse y, además, el viento y la nieve hicieron acto de presencia. La mala suerte quiso que no fuera momentáneo sino que todos estos actores meteorológicos nos acompañaron durante el resto de la noche, dejando únicamente unos minutos de claridad. En ese intervalo, el guía nos hizo la única foto rescatable de este tour.

Aún así, no todo sería desaprovechable. Descubrimos una magnífica técnica para inmortalizarnos con las auroras de fondo. Sin duda ese conocimiento ancestral sería empleado a lo largo del viaje.

Así pues, viendo que no podíamos hacer nada de momento, en medio del viento y la tormenta de nieve, aprovechamos para cenar. La cena fue acompañada de un fuego, en el que lucharíamos a muerte por encontrar una esterilla situada alrededor y lo más cerca posible. Todo para calentarnos debidamente.

La comida consistía básicamente en sopa de reno acompañada por vasos del chocolate vegano caliente. El mismo que nos había acompañado por la mañana. Durante esta cena, y con miembros del grupo a punto de la muerte por congelación, nuestro guía nos hizo encajar con humor la molesta situación con escueto welcome to the artic.

No sería por intentarlo. Tras una llamada a sus colegas de los tours tomamos rumbo a otro lugar aún más al norte. Pero no conseguimos volver a ver auroras boreales el resto de la noche. El resultado de este tour se puede resumir en dos palabras: ¡Fracaso absoluto!

De esta manera, y bastante cabreados por no haber visto la activity prometida, regresamos a Tromsø. El trayecto se realizó durmiendo la mayoría del tiempo. O al menos los ratos que la conducción lo permitía, ya que parecía que era obligatorio coger todos los baches de la carretera y jugar con nuestras vidas por las nevadas carreteras del ártico.

Unas dos horas y media después de iniciar el regreso, el bus se paraba en frente del City Living Hotel. Ahí tendríamos que recoger nuestros coches, siguiendo la ruta de las puertas con códigos, hotel y lavandería que se nos había indicado por la mañana. Sorprendentemente, pese al cansancio y el largo día, fuimos capaces de recordar el código y el laberinto para llegar a los coches. Una vez en ellos, y sin esperar un solo segundo, condujimos de vuelta a nuestras cabañas en Larseng aún acordándonos de la activity que no habíamos visto durante esa noche.

La vuelta a las cabañas se realizó sin ningún tipo de sobresalto y debido a las altas horas de la madrugada nos fuimos directamente a dormir. O al menos los 3 integrantes de la cabaña pequeña. El resto de los 8, el hecho de pasar por delante de viandas tales como jamón, lomo, chorizo, salchichón y queso, les pudo más que las ganas de dormir e hicieron un último avituallamiento sólido antes de irse a la cama.

Al día siguiente nos esperaba la visita a la ciudad de Tromsø y, si teníamos suerte, algo de activity.

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