El viaje iba llegando a su fin pero todavía nos quedaban cosas por ver, y hoy tocaba Alcatraz.
Despertamos sin prisa pero sin pausa, ya que hacía tiempo que habíamos reservado nuestra entrada para La Roca, y teníamos que coger el ferry a las 11:30.
Tomamos un desayuno contundente en nuestro local habitual, David’s Delicatessen, y un coche de Uber nos acercó hasta el pier 33. Allí hicimos una cola rodeados de familias y turistas para entrar al ferry que en poco más de 15 min nos llevó hasta Alcatraz.
Nada más bajar del barco nos recibió un ranger subido a una plataforma desde la cual nos daba la bienvenida a grito pelao. No dejaba que nadie se fuera sin escuchar sus indicaciones, consejos, anécdotas y recomendaciones. Una vez escuchado todo, ya podíamos deambular a nuestro aire por la isla, que por cierto, es también un Parque Nacional.
Empezamos nuestra visita por la parte baja donde se encuentran las antiguas casas de los guardas que vivieron allí. Dentro del edificio se puede ver un video donde cuentan la historia de la isla. A continuación pudimos ver el edificio donde los presos trabajaban, la casa en ruinas del Alcaide y las instalaciones al rededor de la prisión.
Por último llegamos a la cárcel propiamente dicha. Se accede por la zona donde están las duchas comunes, allí te dan la audioguía, que es gratis y además muy util para hacer la visita inmerso en el edificio en el que te encuentras. A través de las voces de 3 presos y de 3 guardias que trabajaron y vivieron allí vas recorriendo las diferentes partes de la cárcel mientras te van narrando acontecimientos y eventos que sucedieron. Todo muy bien ambientado con sonidos carcelarios.
Tras hacer el tour y visitar la correspondiente tienda de souvenirs apretamos el paso para coger el siguiente ferry que salía hacia San Francisco.
Nuestra siguiente parada una vez más era el pier 49, donde fuimos a degustar un “clam chowder”. Esto es una sopa espesa de almejas cuya peculiaridad es que se sirve dentro de un pan. Muy rico por cierto.
Después de llenar la panza volvimos a entrar al museo de máquinas recreativas para que los roadtripperos que fueron al partido de los Warriors pudieran disfrutar de tan magnífico sitio. Una partidita a una especie de futbolín pero de hokey y a seguir camino.
Nos dirigimos entonces a Lombard Street, la famosa calle de San Francisco que está en cuesta, y cuya calzada discurre en zigzag. Hicimos las fotos correspondientes entre la multitud de turistas y mientras discurrían un sinfín de coches por la calle y pusimos rumbo al hotel.
Decidimos volver andando y así ver y recorrer los distintos barrios y calles de la zona. Ya que quedaba más o menos de camino, atravesamos China Town de nuevo y ya de paso paramos a comprar algún regalo.
Según nos acercábamos a Union Square la cantidad de humanos por metro cuadrado iba en aumento, no olvidemos que era Black Friday y las tiendas estaban hasta la bandera. Al llegar a la zona del hotel el comando quedó dividido: Mientras unos se fueron a descansar y recuperar fuerzas, otros decidieron sucumbir a la fiebre de las compras y se fueron a luchar con otros consumidores por los mejores productos al mejor precio.
Este día era el día de la segunda despedida, otro síntoma de que todo se acababa, nos dejaba uno de los integrantes del equipo que debía volver a sus quehaceres en South Carolina. Nos despedimos con nostalgia y le deseamos buen viaje. Todos sabíamos que la tercera y última despedida estaba cerca para los demás.
Para terminar el día decidimos volver al Golden Gate Grill. Esta vez había partido de NBA y el local estaba hasta arriba de gente comiendo y bebiendo mientras disfrutaban del evento en las numerosas pantallas gigantes o jugando a los juegos que poblaban el bar. Nos llamó la atención una especie de curling de mesa que parecía bastante divertido. Tomamos unas cervezas y unas hamburguesas y pusimos fin al día y a nuestra última noche en San Francisco con un campeonato en la máquina de canastas.