Amanecía nuestro primer día en California y todo se veía de otro color. Los últimos coletazos de la resaca de Las Vegas habían desaparecido y aún más importante, teníamos ropa limpia. Los tiempos de llevar el uso de cada prenda hasta su límite e incluso el reciclaje de alguna de ellas, habían terminado.
La jornada empezaba de nuevo bastante temprano, ya que había que aprovechar el día y alguno no tuvo las horas de sueño que le hubiera gustado, ya que la última lavadora/secadora acabó entrada la madrugada.
El desayuno que nos ofrecía nuestro motel era muy limitado, un poco de leche, zumo caducado, pan de molde y poco más. Por lo que con la barriga a medio llenar nos pusimos en marcha.
Nada más salir, al cruzar el pueblo empezamos a comprobar que en efecto era una zona muy patriota, había banderas y carteles homenajeando a soldados locales en cada esquina.
El tiempo era una vez más inmejorable, cielos azules con unas pocas nubes nos permitían contemplar paisajes rocosos espectaculares. La zona seguía teniendo muy poca vegetación.
Tocó una parada necesaria para repostar, que aprovechamos para comprar sándwiches para llevar (como no, de Subway) y demás víveres para el día. Alguno no pudo evitar la tentación y aunque eran solo las 10 de la mañana, empezó a comer la mitad de su sándwich. Más tarde se arrepentiría.
Poco a poco el paisaje iba cambiando, pasando por alguna zona más poblada hasta estar prácticamente rodeados de naranjos. Intentamos comprar naranjas locales en algún puesto que esperábamos hubiese por la carretera, pero solo encontramos uno y por desgracia ya no había naranjas. Tendríamos que esperar para probar las famosas naranjas de California.
Tras unas 3 horas y poco de viaje, llegamos al Visitor Center de Sequoia National Park, donde nos informamos y organizamos la visita al parque. No tenía pérdida, una carretera principal iba uniendo los diferentes puntos de interés.
La primera de nuestras paradas fue en Moro Rock, una roca enorme a la que se subía ascendiendo 400 peldaños en unos 15-20 min y que tenía unas vistas espectaculares de todo el parque. Aprovechamos el buen día que hacía para comer en lo más alto de la roca, lo que mereció mucho la pena.
Después nos dirigimos hacia el Giant Forest, un bosque de sequoias gigantes milenarias entre las que destaca el General Sherman.
Al dejar el coche en el parking más cercano al General Sherman, nos sorprendió ver un todoterreno con matrícula española. Como no queríamos quedarnos con la intriga, hablamos con sus ocupantes, los cuales nos contaron mientras nuestro asombro crecía, que estaban viajando 2 años por América, empezando en Canadá y acabando en la Patagonia. Todo tipo de planes descabellados para ampliar nuestro viaje empezaron a surgir… pobres ilusos.
Tras una bajada de unos 15 minutos llegamos al imponente General Sherman, que con sus 84 metros de altura y 11 metros de diámetro le convierten en el ser vivo con más biomasa del planeta.
Tras apreciar al General detenidamente y hacernos unas cuantas fotos, empezamos una ruta que recorría el Giant Forest pasando por los Twins y con unos paisajes espectaculares.
Incluso uno de nosotros se atrevió a usar una sequoia caída a modo de tobogán.
El sol estaba ya bastante bajo, por lo que decidimos darnos la vuelta sin completar la ruta antes de que se hiciera de noche. Hicimos una breve parada en Tunnel View ya sin apenas luz y de aquí ya nos marchamos a nuestro alojamiento. Dormiríamos en el Sierra Lodge, bastante bien situado a la entrada del parque y en general limpio y cómodo.
Después de hacer el check in decidimos descansar un rato y quedar pronto para ir a cenar, ya que era una zona poco poblada y las opciones que había cerraban pronto.
Pizzas y ensaladas en cantidades industriales nos devolvieron la energía que necesitábamos, era el momento perfecto para descansar en nuestro Lodge de montaña.