Recorrer casi 6000 kilómetros y más de 70 horas en un mismo habitáculo no es sencillo y puede parecer tedioso e incómodo. Pero la multitud de anécdotas, el trayecto en sí, los parajes que divisábamos, la música que escuchábamos… todo hizo que nuestro viaje fuera mucho más ameno en ese pequeño espacio. El vehículo: una Chrysler Pacifica de 7 plazas con un amplio maletero dónde pudimos encajar nuestras 5 maletas (6 a partir de las vegas), mochilas y demás enseres ayudó a que este viaje fuera perfecto. Puertas automáticas (que casi siempre se dejaban abiertas al bajar), cierre mediante mando que emitía un pitido que tantas veces nos sirvió para localizar el coche en un parking, navegador, radio satélite.. cualquier lujo era poco para nuestro viaje.
El coche contaba con una fila trasera, o “Villaketu” como se le conoce popularmente dónde muchas veces había que colocar las mochilas que era imposible encajar en el maletero. En villaketu viajaba una sola persona hasta Las Vegas, preferentemente en el asiento central, con una visión casi perfecta de todo lo que acontecía en Pacifica. A partir de Las Vegas y debido a que nuestro número de viajeros se vio incrementado, villaketu se pobló con un nuevo roadtripero no disminuyendo por ello la comodidad de sus instalaciones.
En la parte central del coche teníamos dos asientos, business y su acompañante. Business fue bautizado por el “hombre ducha” debido a su confort y su experiencia en este tipo de asientos. En el medio de ambos, y a partir de nuestro paso por Texas, colocamos nuestra nevera de corcho dónde guardábamos agua, cerveza y los alimentos necesarios para los sándwiches. Esta nevera fue poco a poco perdiendo agua, siendo necesario envolverla con bolsas de basura de tamaño king size hasta que fue destruida (escachada) en Yosemite. Nos prestó un gran servicio.
En los asientos delanteros se encontraban el conductor y el co-piloto cuya obligación, a grito de “Copiloto copilota”, era gestionar los temas musicales, la climatización, el navegador y ofrecer comida y/o bebida al conductor. Una noble tarea que fuimos realizando uno a uno los roadtriperos.
Cabe destacar que había un estricto control de los puntos de conducción o puntos roadtriperos. Cualquier frenada brusca, conducción temeraria, giro violento… restaba puntos de este carnet. Pero no solo el conductor estaba sujeto a estas normas, el propio copiloto podría sufrir una considerable disminución de sus puntos si no ejecutaba bien sus tareas como tal.
Durante el viaje se procedía a la lectura en voz alta y clara de los artículos de la wikipedia relacionados con los parajes, estados o ciudades que íbamos a visitar o acabábamos de ver. Siempre había un hueco para la cultura. Contábamos también con el ya mencionado juego de los superpoderes, dónde tras describir dos superpoderes pasábamos a debatir cual era el más idóneo (aunque a veces el debate se centraba en cual era el menos innecesario) y una posterior elección personal de superpoder.Ejemplos de estos superpoderes serían la capacidad de andar hacía atrás con la misma destreza y velocidad que hacia delante (eso sí, sin ver), poder ver a través de los ojos de un tuerto en cualquier parte del mundo, realizar un grito que fuera escuchado en cualquier parte del planeta y un largo etcétera de superpoderes.
¿Qué decir de nuestro vehículo? Cumplió a la perfección con su cometido, excediendo las expectativas relativas al confort y al espacio. Contaba con dos compartimentos situados en la segunda fila de asientos dónde podíamos depositar la comida y bebida que íbamos adquiriendo por el camino. Estos compartimentos se encontraban en la parte inferior de nuestros asientos no significando molestia alguna para nuestra comodidad y proporcionando ese espacio extra que tanto necesitábamos.
Canciones con el ukelele, cánticos, insultos a la voz del navegador que tantas veces interrumpía temas musicales, timelapses de las carreteras por las que circulábamos, carreteras de montaña, rectas interminables, semáforos en ámbar, patatas fritas ultra picantes, frutos secos, cervezas… recuerdos de un mes de noviembre irrepetible dónde nuestro vehículo siempre será una parte fundamental de ellos.