Tirando Millas

Etapa 12: Las Vegas (18/11/2016)

¡Por fin!

Primer día en todo lo que llevamos de viaje en el que nos damos el lujo de dormir hasta que el cuerpo diga ¡basta!.

Tocaría ducharse y buscar un sitio en el que desayunar, ya que la comida no estaba incluida en nuestra reserva.

Tras salir de las habitaciones y bajar a la planta principal nos quedamos impactados: el tiempo no había pasado por el casino, ya que estaba presente el mismo olor, la mismísima intensidad de luz e incluso, ¡estaba lleno de gente jugando! A saber cuantos de ellos habrían pasado la noche ahí..

La calle estaba llena de gente que iba y venía de casino en casino. Tan solo estaban parados los actores y actrices de turno con disfraces de todo tipo (desde super héroe hasta policia sexy) que por un par de dólares te permitían fotografiarte con ellos.

Durante el camino, los relaciones públicas de las distintas discotecas se avalanzaban sobre nosotros promocionandonos su gran macrofiesta y ofreciendo precios muy rebajados.

De entre las ofertas nos ofrecieron un “tour de discoteca”. Por unos 80 euros por persona, te ofrecían entradas para las discotecas más importantes y descuentos en las bebidas que ofrecen, y lo mejor de todo, sin hacer cola, que según hemos leído pueden suponer 1 hora y media de espera. El tour es guiado por alguien de la empresa y vas acompañado de toda la gente que hayan conseguido pescar esa mañana. Nos pareció muy buena idea, y tras hacernos un poco de rogar conseguimos que nos redujesen el precio a tan solo 40 euros por persona. Perfecto, esa noche no deambularíamos buscando un lugar ya que nos lo darían todo bien masticado, aunque cuidado: una vez el pago se ha realizado te “comentan” que el código de vestimenta para la discoteca principal exige zapatos negros. Y nosotros como buenos roadtripperos no contábamos con ello cuando hicimos las maletas 2 semanas atrás…

La relaciones públicas nos afirmó con toda confianza que teníamos la posibilidad de comprar unos zapatos y devolverlos al día siguiente tras pasarle una mopa, que mucha gente lo hace… Pero no es nuestro estilo, así que fuimos la mayoría a la cadena de ropa barata de turno y por unos 20$ adquirimos unos de plástico. Un Roadtrippero siempre tiene recursos.

Paseamos por el Strip y visitamos los casinos más importantes. En ellos, puedes encontrar recreaciones tan variopintas como el barrio latino y Montmartre en el hotel Paris, sin olvidar la torre Eiffel y el arco del triunfo; el flamante casino color esmeralda MGM capitaneado por un enorme león de bronce, donde tantos combates de boxeo se han librado y donde el glamour corona cada rincón de su interior; el espectáculo acuático-musical de el hotel Bellagio, con sus imponentes fuentes que bailan al son de la música (Elton John en nuestro caso). Sin duda, uno de los atractivos principales.

El hambre picaba, así que debido a que no sabíamos cuando volveríamos a comer, acudimos a un suculento buffet libre en el hotel Harrah’s. Por unos 40 $ podías comer todo lo que quisieras, con capacidad de elegir entre varios platos de los típicos estilos de cocina: Asiático, Mexicano, Italiano. Algunos se comieron hasta 3 platos de pasta y tuvieron que contenerse por no beberse un vaso de salsa. Exquisito.

Tras llenar la panza, una hora de siesta y una ducha para comenzar la noche. Habíamos quedado en la parte trasera de un hotel cerca del MGM.

Al entrar en el recinto, podriamos describirlo como un garage pero al estilo americano: muy guay. Tablas de surf colgadas de las paredes, todo forrado con caña y motivos tribales daban sensación de que estábamos en hawaii. Tras rellenar un formulario y colocarnos una pulsera llamativa, decidímos jugar al ping pong  en una mesa que había allí.

Cuando llegamos había unas 20 personas, pero poco a poco llegaron más grupos hasta llenar el local. Unas 40 personas.

Decidimos jugar al Beerpong en la mesa de pingpong, como cada noche hacemos en Las Vegas, y al poco rato un grupo de gente de Ohio se nos pegó, curiosos por nuestro idioma y por nuestras prestadas costumbres.
Tras contarles nuestro viaje y tras contemplar el consiguiente alucine, decidieron enseñarnos otro juego: El flipCup.
Consiste en combatir entre dos equipos: Uno enfrente de otro, en linea. El primero de ellos bebe el culo de un vaso de cerveza y debe voltear la copa para que caiga boca abajo con un giro. Si consigue hacerlo, el siguiente en la lista puede beber y así hasta que el último consiga la hazaña. Creednos, no es tan dificil y a ninguno se nos daba mal. 🙂
Al cabo de un buen rato nos guiaron como rebaño a la primera discoteca: Hakkasan.

Nos daban 1 hora para estar en ella (las copas a 20$), era temprano y había muy poca gente, así que decidimos dar una vuelta, contemplar por dentro la mayor discoteca de Las Vegas y de vez en cuando ponernos eufóricos cuando encontrábamos a nuestros mejores amigos de Ohio. Unos craks.
Al cabo de la hora, siguiente destino; La azotea del Mandalay Bay.
Se encuentra a unos 30 minutos andando de donde estábamos, y luego había que coger un mini-tren con vagones en los que nevaba, que te llevaban hasta el hotel.

Teníamos unas increíbles vistas de todas Las Vegas, y además descuento para las copas. Al cabo de la hora, los guías volvieron a llamarnos para irnos, pero nosotros nos separamos del grupo porque estabamos agusto en ese sitio, y no queríamos estar de nuevas 1 hora dando un paseo hasta el próximo destino.

Acabó la noche nuevamente antes de lo que nuestros cuerpos podían aguantar. ¿Tanta fiesta? España no tiene nada que envidiar.

Volvimos al restaurante de hamburguesas en el que comimos la noche anterior (somos gente de costumbres) tras un paseo bien largo debido a que tuvimos que recuperar la chaqueta de alguno.
Habíamos salido por Las Vegas.

Merecíamos descansar.

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