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Parte 4: Tel Aviv-Jaffa y vuelta a España (28-29/07/2018)

Tras una noche completita y especialmente larga, fuimos amaneciendo poco a poco. Nuestro estado no era probablemente el más óptimo, pero era algo esperable después de habernos acostado ya con el sol en lo alto de la ciudad de Tel Aviv.

Tras las pertinentes duchas para adecentarnos un poco, dentro de lo posible, decidimos ir a comer a la zona de la playa, a un chiringuito que conocía nuestro comandante. Esta vez no nos acompañó ningún miembro de la tripulación, habían tenido suficiente y emplearían su día en descansar en el hotel.

Volvía a ser un día caluroso en la capital de Israel así que con nuestros bañadores y toallas nos fuimos a buscar un merecido relax en la playa. El restaurante nos agradó bastante: mesas altas al lado de la playa y, de nuevo, una comida con una calidad muy alta. Un delicioso Humus, ensaladas, calamares… todo excelente y la localización no podía ser mejor.

playa de tel aviv

Saciados, decidimos pasar un rato en la playa antes de visitar la parte de la ciudad que nos quedaba todavía: la ciudad vieja y el puerto. La playa estaba bastante llena de gente disfrutando del fin de semana, pero al tener una extensión tan grande no tuvimos problema en encontrar sitio. Para sorpresa (agradable para unos, desagradable para otros) el agua estaba excepcionalmente caliente y no servía para refrescarte. Tras el descanso pertinente nos encaminamos a la ciudad vieja de Tel Aviv: Jaffa. El puerto de la misma, está considerado uno de los más antiguos del mundo. Multitud de civilizaciones han atracado y pasado por este mítico puerto. Desde aquí, se fundó el resto de la ciudad de Tel Aviv en el siglo XX.

El paseo fue muy agradable, ya que se tienen unas vistas privilegiadas de la ciudad. Pudimos pasear por sus estrechas callejuelas e incluso acercarnos a la Iglesia de San Pedro. La ciudad antigua ofrece un contraste bastante significativo con respecto a la ciudad moderna de Tel Aviv. Tras el paseo y las fotos de rigor, fuimos hacia el puerto donde habíamos decidido cenar.

Queríamos cenar pronto, ya que nuestro comandante tenía que volver a descansar debido a que volábamos de regreso al día siguiente por la mañana.

La cena, con unas vistas inmejorables del puerto, fue excelente. Pescado y unos postres espectaculares. Despedimos a nuestro comandante y fuimos a tomar algo hasta la hora de retirarnos nosotros también. No había fuerzas para más.

Madrugón de nuevo al día siguiente, ya que nos habían advertido que el control de seguridad del aeropuerto de Tel Aviv era muy exhaustivo. Y vaya que lo fue. Tras una entrevista individual bastante intensa nos dirigimos al control de seguridad donde se revisó cada una de las maletas de mano. Al final, y a pesar de haber llegado con más de dos horas de antelación, al vuelo llegamos justos a la puerta de embarque. El vuelo fue muy agradable y la tripulación nos trató de maravilla. Pero el mejor momento estaba por venir, ya que dos de nosotros fuimos los privilegiados de ver en cabina como nuestro comandante aterrizaba el avión en Madrid. Todo perfecto y una experiencia espectacular.

Y aquí acaba nuestro fin de semana, corto pero intenso, en Tierra Santa como parte del séquito de nuestro comandante. Un viaje espectacular y una experiencia maravillosa en una de las regiones más históricas y espectaculares del mundo.

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