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Etapa 2: La Habana – Cayo Largo, parte 1 (06/11/2017)

El día comenzó muy pronto, muy de madrugada, esperando en la recepción del Hotel con la incertidumbre de qué iba a pasar. Si nos recogerían… o no. Por suerte, no hubo que esperar mucho para ser recogidos, lo que llevó el alivio al grupo.

Tras un viaje en bus por diversos hoteles de la Habana para recoger a otra gente, acabamos en un pequeño aeropuerto del extrarradio para coger el avión con destino a Cayo Largo. Este aeropuerto estaba plagado de mosquitos. Para amenizar la espera algunos se decantaron por probar el zumo de pera mientras que otros se decantaban por cervezas.

Además, tuvimos un oportuno apagón de luz mientras esperábamos. Todo parecía estar bajo control. Embarcamos en un pequeño autobús con alas, que nos llevó a la isla en apenas media hora.

De esta forma, la llegada a Cayo Largo se produjo muy a primera hora de la mañana y había un comité de músicos esperando al nuevo avión cargado de turistas y unos amables empleados que, aceptando una propinilla, introducían nuestras maletas en el bus que nos llevaría a nuestro Resort, el Sol Cayo Largo, donde pasaríamos los tres siguientes días.

Al entrar al complejo realizamos los trámites necesarios para tener un techo, comida y bebida en estos días por delante, pero, debido a la hora temprana, nuestras habitaciones no estaban todavía preparada. No había problema. Nos daban la pulserita y una sala de cortesía para cambiarnos y ponernos nuestros bañadores. Una vez equipados, decidimos hacer un copioso desayuno antes de ir a la espectacular playa que se encontraba enfrente del hotel. Una pasada.

Los primeros contratiempos los encontramos en las fechas que hemos llegado, el complejo se encuentra en temporada baja con lo cual nuestro grupo puede considerarse, sin ningún tipo de duda, los “jóvenes” del recinto. Añadido a este hándicap, parte de la piscina donde se encuentra el bar está en obras. Eso no nos impidió darnos un baño post-playa en la piscina. Al fin y al cabo, había un puesto de comida y bebida a tiro de piedra. De esta forma llegaron los primeros cócteles, entre los que destacaban los cubatas, razón por la que que los camareros aprovechaban para explicar la diferencia entre los cubatas (ron negro) y los cubalibres (ron blanco).

Una vez se desbloquearon nuestras habitaciones, cabe destacar la celebración del aclamado 2º Gran Sorteo de habitaciones, que se caracterizó por la transparencia y legalidad. Las habitaciones son para cada dos personas y están en un estado aceptable. Como puntos flojos, un cuarto no disponía de agua caliente y otro estaba recientemente pintado (cambiaron el cuarto en recepción sin problemas).

Una vez instalados fuimos comer al buffet al lado de la playa. La variedad no es característica de la zona, pero nos servía.

También hay algo bueno en todo esto, somos siempre los agraciados para todo tipo de actividades, juegos y espectáculos. Desde ese mismo momento comienza nuestra amistad con los animadores del complejo. Un partido de voleibol en la piscina, un rondo en la playa y todo el día saboreando bebidas espirituosas amenizados con su compañía.

Con el anochecer llegan el cierre de las piscinas, las salvajes picaduras de mosquitos y se acerca la hora del espectáculo nocturno. Aprovechamos este momento para cenar en uno de los bufets y descubrir que hay un bar 24h… en el que somos, sorprendentemente, observados.

A la hora del espectáculo nos acercamos y nos colocamos estratégicamente en la parte más alejada y a cubierto de todo tipo de animadores. No nos vale de nada, ya que en cuanto nos localizan, varios somos arrastrados a formar parte del espectáculo.

Tras el espectáculo, los que tenían ganas de continuar despiertos se acercaron hasta el bar 24h, al que a partir de ahora llamaremos “Bar de los Muchachos”. Muchos muchachos y con la cabeza bien monda. Entre copas parecen confirmarse las suposiciones de varios miembros del grupo… somos meticulosamente observados por la gente que está allí tomando algo.

Tras un periodo indeterminado entre copas, comenzamos una animada discusión entre nosotros. La discusión trató principalmente sobre la pérdida de dinero y la ruptura social que estaban provocando las diputaciones y autonomías. En todo esto hay que destacar un par de malas miradas por parte del camarero cuando parecía que la situación se estaba calentando. Parece ser que el camarero no daba crédito a que habláramos de temas políticos y, entre historias de la revolución, nos soltaba unos enigmáticos, y no carentes de violencia, comentarios sobre tiburones en la noche. Sin duda este, peculiar personaje se convertiría en uno de los protagonistas del viaje.

A pesar de las advertencias y las altas horas de la noche, alguno aún quiso disfrutar de un baño nocturno en la playa y unas fotos cuya calidad es digna de museo. Finalmente se dio por terminado nuestro primer día en el Cayo.

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