Tirando Millas

Etapa 1: La Habana, parte 2 (04/11/2017)

Despertamos poco a poco y, mientras algunos aprovechaban para desayunar en el buffet del hotel e incluso intentar dar un paseo por el malecón, a medida que nos íbamos reuniendo nos encontrábamos con incógnitas acerca de algunos viajeros. Por suerte, todos estábamos sanos y salvos. Habíamos sobrevivido a una noche de locura en La Habana.

El problema de la divisa local no había cambiado: seguíamos sin tener y eso no podía seguir así. Para solucionarlo, que tomamos rumbo a un banco que se encontraba en la misma calle del hotel antes de dirigirnos a La Habana Vieja. Una vez en el banco, y acatando una serie de reglas curiosas (véase no poder introducir ni cámaras ni móviles), hicimos cambio de nuestros Euros a los pesos cubanos convertibles (CUC’s), ya que en Cuba tienen esta divisa para los turistas, además del peso cubano de los paisanos.

Repartimos el dinero de 8 humanos para alrededor de una semana en la puerta del banco. Obviamente la gente se fijaba en esta operación, así que dedujimos que no fue la mejor idea, pero no pasó de una anécdota.

Tomamos rumbo a la Habana Vieja callejeando mientras nos íbamos dando cuenta del encanto de la ciudad con sus coloridos coches de época. El primer punto de interés que nos encontramos fue el Capitolio.

 

Fuimos recorriendo las pintorescas calles mientras nos íbamos encontrando plazas como la Plaza de Armas, en la que había una fortaleza, que se trataba el Castillo de la Real Fuerza.

 

Seguimos rumbo a la bahía, y cerca de allí nos encontramos la plaza de San Francisco.

Mientras callejeábamos por la ciudad el hambre iba haciendo acto de presencia y teníamos como recomendación un paladar llamado Los Nardos, que se encontraba justo en frente del Capitolio. Obviamente la recomendación sería por algo, ya que la cola era larga para acceder al local. En dicha cola, había gente intentando captar a potenciales clientes para otros restaurantes, así que, una vez convencidos, acabamos yendo a un restaurante llamado El Guajirito, que se encontraba a unas calles de allí.

Tras una buena comida cubana y un muy buen servicio, conocimos al dueño del local. Aficionado al fútbol español en general y al Valencia CF en particular. Y tipo muy simpático.

Ya por la tarde, emprendimos otra vez sin rumbo un recorrido por las calles de La Habana. De esta forma, acabamos por la zona del puerto, donde además pudimos encontrarnos con una curiosa iglesia ortodoxa.

Con el interés de hacer un alto en el turismo, nos acercamos a La Bodeguita del Medio, como una de las recomendaciones de la ciudad. Estaba a reventar de gente, así que optamos por otro lugar.

Finalmente, acabamos en un local con música en directo: el bar del museo Havana Club. El nombre ya nos hizo ver que iban a caer unos cubatas mientras los músicos animaban a los clientes, especialmente a un par de rusas, ya que parecía que era el cumpleaños de una de ellas.

Tras este stop en el turismo, emprendimos el retorno al hotel con la idea de ir por una zona que no habíamos recorrido, de forma que pasamos al lado del Museo de la Revolución, la Embajada Española y ya tomamos el malecón que nos llevaba directos al hotel.

Una vez en el hotel, y tras un necesario aseo, nos reunimos para estudiar nuestro siguiente movimiento. No sin antes comentar la cantidad de amigos que habíamos hecho, ya que la puerta del hotel estaba, siempre que entrábamos o salíamos, llena de caras conocidas de la noche anterior.

Optamos por ir en taxi a la Plaza de Armas y desde allí buscar un sitio donde cenar. Finalmente, y tras varios intentos y opciones inviables, acabamos en un local que como punto positivo tenía música en directo, pero como punto negativo la variedad de la comida era escasa debido a que ya iban a cerrar la cocina.

Tras la cena, decidimos dar una vuelta tomando rumbo al hotel para cerrar el día.

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