Tirando Millas

Parte 2: Jerusalén y Belén (27/08/2018)

Amanecimos temprano, otra vez. Gracias a la inesperada y sabia decisión de la noche anterior habíamos descansado y nos encontrábamos con fuerzas para afrontar un largo día que incluía una excursión guiada a la ciudad de Jerusalén y a la ciudad palestina de Belén. Lo primero era lo primero, probar el desayuno del hotel en el que nos alojábamos. Un desayuno bastante completo a modo de buffet nos hizo coger fuerzas para afrontar el día.

Nos encontramos los cuatro en la recepción del hotel junto con una compañera de la tripulación de nuestro comandante que había decidido hacer la excursión con nosotros. Nuestro guía, José, ya estaba con el monovolumen esperando en la puerta. Hora de empezar el viaje. Este nos llevaría por los lugares más importantes de Jerusalén y cruzaríamos la frontera con palestina para ver la ciudad de Belén.

José es un guía judío de origen boliviano que hace 40 años decidió ir a vivir a Israel. Todo esto nos iba contando a medida que salíamos de Tel Aviv. Contaba nuestro guía con unos 65 años y la verdad que nos amenizó y culturizó durante todo el trayecto a Jerusalén. Según avanzábamos por la carreta nos contaba la historia antigua de esa región que tantos conflictos y tribus había albergado. Sobrecogía la cantidad de datos y el pasado de una de las regiones más antiguamente pobladas de la historia. Desde los jebuseos a los filisteos, pasando por los hebreos José nos iba ilustrando con los cambios sociopolíticos que había tenido la región. Con esta narrativa el viaje se nos hizo muy corto y nos presentamos en la ciudad de Jerusalén; quizás una de las ciudades más antiguas todavía pobladas del mundo. Capital de facto de Israel aunque este dato cree cierta controversia en la ya de por sí inestable región.

Nuestra primera parada fue el monte de los olivos. Aquel que vio rezar a Jesús según la biblia. Desde allí pudimos contemplar por primera vez y en toda su extensión la ciudad de Jerusalén. La vista sobrecogía casi tanto como el calor que hacía ya a las 10 de la mañana. Se admiraba una bella panorámica destacando sobre todas las cosas la cúpula de la roca que se encuentra en la explanada de las mezquitas. José nos iba explicando todo lo que veíamos y también rebatiendo algún dato adicional que no le gustó, como mencionar que los judíos habían matado a Jesucristo.

Como dato curioso nos comentó que el cementerio judío que veíamos en la ladera del monte es uno de los más caros ya que, según dice la Biblia, el juicio final se celebrará dónde está la cúpula de la roca y hay gente dispuesta a pagar auténticas barbaridades por ser de los primeros en llegar al mismo.

La siguiente parada en nuestro descenso desde el monte de los olivos hacia la ciudad vieja de Jerusalén fue el huerto de Getsemaní. Famoso en la Biblia también por ser el lugar dónde, mediante un beso, Judas traicionó a Jesús y fue prendido por los romanos. En el huerto se conservan olivos bastante antiguos pero difícil saber si datan de la época de Jesús. Dentro del huerto pudimos admirar la Iglesia de todas las naciones.

De Getsemaní nos dirigimos a estacionar el coche para poder entrar en la ciudad vieja de Jerusalén por fin. El sol apretaba cuando cruzamos la puerta de Yafa para entrar en esta mítica ciudad tantas veces asediada, tantas veces destruida y tantas veces reconstruida. La ciudad santa tanto para judíos como para cristianos y musulmanes. Según nos contaba José allí estaba el lugar dónde crucificaron a Jesús y sepultaron, el lugar dónde estuvo el templo de Salomón y la roca dónde Abraham fue a sacrificar a su hijo Isaac y el lugar dónde Mahoma ascendió a los cielos. Muchísimos datos y muchísima historia que José nos iba contando a medida que paseábamos por sus milenarias calles.

El viernes es día sagrado para los musulmanes así que la visita a la explanada de las mezquitas estaba descartada ya que su acceso era imposible. Nuestra primera parada sería la iglesia del Santo Sepulcro. Esta iglesia, según nos explicó nuestro guía, es el punto exacto según la biblia dónde Jesús fue crucificado, sepultado y resucitó. Es, por lo tanto, uno de los lugares más sagrados del cristianismo. Dentro, José nos fue guiando por los puntos más importantes de la misma como el lugar en la roca, Gólgota, dónde estuvo la cruz de Jesucristo. También fuimos al interior del sepulcro que, sorprendentemente, se encontraba sin cola. Sin salir de su asombro, nuestro guía nos comentó que era altamente inusual y que aprovecháramos para entrar. Fuimos entrando poco a poco en respetuoso silencio en el lugar dónde fue sepultado Jesús.

Con alguna explicación más de la iglesia volvimos al exterior, a la ciudad vieja de Jerusalén. Una vez allí callejeamos por el barrio judío de la ciudad para dirigir nuestros pasos hacía el muro de las lamentaciones. Este muro es lo único que queda en pie del segundo templo de Jerusalén después de la destrucción de la ciudad por los romanos tras largo asedio. Nos dividimos ya que las mujeres y los hombres no rezan en el mismo lugar del muro: los hombres a la izquierda y las mujeres a la derecha. Tras ponernos una kipá, el gorro típico judío, pudimos acceder al muro, tocarlo, y ver como los judíos allí presentes rezaban y colocaban papeles con sus deseos en el muro. Silencio y devoción es lo que vimos cerca de ese lugar emblemático para los judíos.

 Según salíamos de la zona, bastante protegida, del muro de las lamentaciones nos cruzamos con una alegre imagen de un niño celebrando su bar mitzvah. Según nos explicó José, este ritual es cuando el niño pasa a ser un hombre a ojos de la ley judía. En este punto es cuando escuchamos, procedente de la explanada de las mezquitas unos petardos que, estando dónde estábamos, la verdad que asustaban. Posteriormente leímos que habían tenido lugar unos enfrentamientos entre musulmanes y policías israelitas. Con esto, fuimos hacia nuestro monovolumen para continuar con nuestra visita, esta vez hacia la ciudad de Belén en Palestina.

Nuestro guía nos había estado aleccionando sobre historia de la región de Judea y de palestina, pero también nos ofrecía pinceladas de su pensamiento, bastante críticos con los musulmanes y su forma, según él, de presentarse como víctimas ante el resto de la sociedad. Con esto, fueron surgiendo debates en el coche que hacían más ameno e interesante el viaje. Cruzar la frontera con palestina no supuso ningún trámite y fuimos directamente al lugar dónde nuestro guía había apalabrado la comida. Este lugar resultó ser una cooperativa cristiana de Belén, actualmente en amplia minoría en la ciudad según nos explicaron. Nos presentaron un magnífico menú con productos típicos y un segundo plato con carnes de cordero y pollo que estaban realmente buenas.

Estómago saciado y con un poco de descanso del calor nos dirigimos, previo cambio de furgoneta y conductor a ver el lugar más emblemático de Belén, la iglesia de la Natividad, lugar dónde, supuestamente, nació Jesús. De camino a la iglesia paramos en alguno los murales que decoraban el muro que han construido en la ciudad de Belén, un pequeño toque de color y arte para una construcción bastante desagradable e inquietante.

La iglesia de la Natividad estaba en obras en gran parte, lo que hacía que perdiera parte de su encanto. Al bajar unas escaleras debajo del altar mayor se llega al punto exacto dónde se dice que nació Jesús. Otro lugar sagrado a sumar a un día plagado de referencias bíblicas.

Con esto, terminaba nuestra excursión, y, tras cruzar la frontera de nuevo y en medio de conversaciones y debates con José llegamos de vuelta a la ciudad de Tel Aviv. Había sido un día provechoso y bastante digno de recordar. La ciudad de Jerusalén bien merece una visita y si es acompañado de un guía que te cuente su basta historia, mucho mejor. Como deberes, el guía recomendó a nuestra compañera de viaje que se leyera la biblia antes de volver a acusar a los judíos de matar a Jesús. Una vez satisfecho el pago el grupo decidió descansar un poco en el hotel ante lo que prometía ser una gran noche en la tierra prometida.

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